Este año, el concierto de Santa Cecilia volvió a llenar el Mendel de música y emociones con un viaje sorprendente alrededor del mundo.
Como ya es tradición, nuestros colegiales más talentosos prepararon un repertorio de canciones que no dejó a nadie indiferente. Y este año no fue la excepción: lo que vivimos durante estas dos noches fue un espectáculo único que se quedará en la memoria de todos los asistentes.
La delegación de música, liderada por las colegialas Amparo y Anita, no dejó ningún detalle al azar. Nos propusieron un concepto innovador y emocionante: un viaje musical alrededor del mundo. Pero este no era un simple concierto. La peculiaridad estaba en que el público no solo disfrutaba del espectáculo, sino que también era parte activa de él. Gracias a votaciones en vivo, los asistentes decidieron los destinos que marcaron el repertorio de la noche.
Las opciones fueron de lo más variadas: desde los ritmos cálidos de Argentina y Colombia, hasta los clásicos de Italia y Francia, pasando por la energía vibrante de Nueva York y California, sin olvidar, por supuesto, nuestra querida España. Cada destino ofreció un color musical distinto, lo que convirtió el evento en un auténtico festival de diversidad cultural y artística.
El talento de nuestros colegiales brilló en cada actuación. A pesar de las exigencias de sus carreras y sus múltiples actividades en el colegio, dedicaron incontables horas a ensayos para ofrecer un espectáculo impecable. Y no era para menos: la calidad y la dedicación quedaron claras desde el primer acorde. La variedad de la plantilla fue otro gran acierto, con cantantes de diferentes estilos y registros vocales, y músicos que dominaron instrumentos como el piano, el violín, la guitarra, la batería e incluso el trombón.
El programa musical nos llevó por una montaña rusa de emociones. Canciones como “Ti amo”, “Voilà”, “What Was I Made For” o “La promesa” tocaron fibras sensibles y arrancaron lágrimas de emoción entre los asistentes. Por otro lado, temas más dinámicos como “Hay Lupita”, “Mamichula”, “Ramenez la coupe à la maison” o “Te aviso, te anuncio” llenaron el ambiente de energía y ritmo, haciendo que el público se levantara de sus asientos para bailar y corear las canciones.
El concierto fue mucho más que un espectáculo musical: se convirtió en una experiencia colectiva. Algunos asistentes, animados por el ambiente, incluso se atrevieron a subir al escenario para compartir protagonismo con nuestros artistas, demostrando que la música une y derriba cualquier barrera.
Como broche de oro, el grupo de baile del Mendel clausuraron ambas noches con una actuación vibrante que puso al público en pie. Su sincronía y pasión en el escenario dejaron claro que el talento en el Mendel no tiene límites.
Fueron dos noches mágicas que nos recordaron la importancia de la música como medio de expresión, conexión y celebración. Un aplauso más que merecido para todos los artistas que participaron, por su esfuerzo, compromiso y creatividad. Gracias a ellos, el concierto de Santa Cecilia no fue solo un evento más en el calendario, sino un auténtico regalo para todos los que tuvimos la suerte de vivirlo. ¡Ya estamos contando los días para el próximo!